"Me alegro de verte, Elias", comentó Callum, aunque su voz denotaba sorpresa. Se levantó y le estrechó la mano rápidamente. Pero la bienvenida no pareció surtir efecto. Elias no le devolvió la sonrisa. En cambio, se puso serio y observó la habitación como si buscara una amenaza.
"¿Qué pasa, Elias?", preguntó Callum, sabiendo que algo andaba mal con su viejo amigo.
Los labios de Elias se unieron en una fina línea. Se acercó al escritorio y dijo en voz baja, rompiendo la tensión: "Has estado demasiado concentrado en tu vida personal, Callum". "Alguien está jugando una partida larga".
Callum sintió un vuelco en el estómago y su mente ya estaba acelerada. Se inclinó hacia delante y los últimos vestigios de calma se desvanecieron. "¿Qué quieres decir?" "¿Quién está haciendo esto?"
Elias no respondió de inmediato. Se movió alrededor del escritorio, como si estuviera mirando los mapas de Callum: los mapas de su negocio y su imperio. "No estoy aquí para decirte quién soy." "Todavía no", dijo