VICTORIA:
Octavio me miró con comprensión; su mirada tenía un trasfondo de pesar que no parecía ser únicamente por mi situación. Su silencio me perforó el alma, creándome la inquietante sensación de que él luchaba por hacerme partícipe de una verdad que, en cierto modo, preferiría mantener oculta y que no le pertenecía.
—Octavio —susurré, casi implorando—, ¿qué es lo que no me estás diciendo? Si sabes un detalle importante, si hay información que tío Alberto está ocultándome, necesito que seas honesto conmigo. Octavio apartó la mirada, fijándola en las sombras que bailaban sobre la pared del despacho. Murmuró un suspiro apenas perceptible, antes de regresar su mirada. —Victoria, no es que no quiera decírtelo —dijo con un tono apagado, casi