VICTORIA:
Me desperté de a poco, sentía todavía mi mente dormida. Escuchaba el tecleado de una computadora. Abrí los ojos y vi que me encontraba en una habitación solo iluminada por la pantalla donde estaba Ricardo sentado en el pequeño escritorio frente a ella. La luz tenue apenas iluminaba la estancia, mientras trataba de despejar la negrura que sentía en mi mente.
El teléfono de Ricardo vibró sobre su escritorio. Para mi sorpresa, lo puso en voz alta y pude escuchar la inconfundible voz de Isabel. Debía creer que estaba dormida profundamente, por eso no me moví y escuché lo que decían. —¿Isabel? —respondió en voz baja. —Ricardo... —Isabel sonaba como si estuviera llorando—. Perdón por molestarte tan tarde, pero acabo de tener otro episodio. Estoy en emergencias… ¿Cómo pudiste i