VICTORIA:
Ricardo se levantó y caminó hacia el estudio con expresión seria y decidida. Lo seguí por instinto, incluso con mi cuerpo aún temblando por el llanto.
—Estoy seguro de que, si tu papá era así como lo describes, no dejaría que te casaras con Carlos sin protegerte —murmuró mientras volvíamos al despacho—. Vamos a sacar todo de la caja fuerte, Victoria. Me quedé quieta por un momento, mirando a Ricardo. Era extraño: algunas veces me trataba con frialdad y ponía un muro entre nosotros, y ahora me hacía sentir que podía confiar en él. Tan concentrado y seguro, me daba alivio su presencia, tan ajena a mi vida, y, sin embargo, sentía que era lo más cercano que tenía. ¿Podría confiar en un hombre que no conocía? —Dudo mucho que tu papá no te protegiera de C