Cuando Mardeli llegó a la casa, notó que la puerta estaba abierta. No le puso atención porque pensó que su madre ya había llegado y por gusto propio la había dejado así.
Pero no, al solo entrar se encontró con una escena no deseada y desgarradora.
La señora Dayana y la niñera estaban heridas con arma blanca. Ladrones habían ingresado en la casa y se habían llevado todo.
Mardeli no hallaba que hacer en ese momento. Con manos temblorosas llamó a una ambulancia y luego a David, entre llanto y con la voz poco entendible le hizo saber lo que había pasado.
Él le pidió que se alejara del lugar, que protegiera a su hijo y que pronto llegarían ellos. Pero ella no le hizo caso, no podía dejar tiradas a su madre y a la niñera que tan fiel le ha sido por casi tres años.
Finalmente fueron trasladadas a una clínica. El médico dijo que las heridas no eran de gravedad, pero seguían inconscientes por alguna sustancia que les suministraron los ladrones en el cuello.
Mardeli le hizo saber a su padre lo