Capítulo 14. Insistencia.
A pesar de su turbación, Emma salió de la bañera y se arregló lo mejor que pudo para salir y reunirse con Liam y sus hijos. Ellos la esperaban en el comedor para cenar.
Aunque se esforzaba por mantener la sonrisa y participar en una charla entretenida con los niños sobre dinosaurios, Liam pudo notar que una sombra de tristeza y miedo invadió su semblante. Eso no le gustó.
Quería espantar a todos los molestos fantasmas que coartaban la tranquilidad de la mujer.
Al terminar la comida, él salió a la entrada de la casa para recibir a los vigilantes del turno nocturno y despedir a los otros.
Luego de darles algunas instrucciones, regresó a la sala hallando una escena conmovedora: Emma estaba sentada en el suelo, con la espalda apoyada en un sofá y los niños a cada lado, abrazados a ella. Hojeaban un libro ilustrado.
Se apoyó en el marco de la puerta para observarlos en silencio unos segundos, hasta que uno de los pequeños lo descubrió.
—¡Papá! Emma cuenta los cuentos mejor que tú —aseguró