Capítulo 15. Mantener las esperanzas.
Emma despertó gracias a la claridad de la mañana que se filtraba por las cortinas, cálida y suave, muy distinta a la penumbra fría que solía recibirla cuando vivió en Salem, con Marco.
Por un instante no supo dónde estaba, hasta que recordó el magnífico día que había vivido junto a los niños y Liam: las risas, las historias divertidas, las miradas, los gestos llenos de cariño… los toques sutiles que avivaban su deseo.
Un extraño bienestar la recorrió. Se incorporó despacio y entró al baño para asearse y arreglarse el cabello con las manos, frente al espejo, sintiéndose dichosa.
Al salir al pasillo se topó con Liam, que también salía en ese momento de su habitación. Él tenía los cabellos un poco desordenados y vestía su pijama de camiseta y pantalón corto permitiéndole a Emma descubrir que aún conservaba un cuerpo ejercitado y atractivo. Perfecto para sus ojos.
—Hola, buenos días —saludó el hombre con una sonrisa algo perezosa, aunque chispeante, demostrando que estaba feliz de verla a