Royal ya no había visto los mensajes de Katherine. Su paciencia con ella se había agotado por completo y la única razón por la que no la había bloqueado antes era por el asunto de las visitas a Coral. Pero esa mañana, cuando su teléfono vibró incesantemente con llamadas y mensajes, los había ignorado todos y la bloqueó. Katherine ya no significaba nada en su vida y no pensaba darle más espacio del que ya había tomado.
Fue solo hasta el mediodía, cuando Kisa lo llamó, que tuvo un mal presentimiento.
—Royal, necesito hablar contigo —expuso ella con un tono de angustia.
—Dime, ¿qué pasa?
—Katherine estuvo en la mansión —reveló y Royal frunció el ceño de inmediato.
—¿Cómo que estuvo en la mansión? ¿Quién la dejó pasar? ¿Y qué hizo esta vez?
—Ella... se llevó a Coral.
Royal sintió un vacío en el estómago.
—¿Qué?
—Me lo dijo tu madre —continuó Kisa, sonando inquieta—. Ella le dio permiso para llevarse a Coral.
—¿Cómo que mi madre le dio permiso? ¿Por qué?
—No lo sé con certeza, pero... Roya