Mientras Richard deslizaba con delicadeza el anillo en el dedo anular de Marfil, la piedra de zafiro brillaba con un resplandor azul profundo, como si contuviera en su interior todo un océano de promesas y de futuros aún por construir. Marfil miraba la joya con ojos abiertos, llenos de asombro, pero también con una inquietud que iba creciendo poco a poco en su pecho.

Mientras tanto, en otro punto de la ciudad, Lucas se sentaba con la espalda recta y la mirada encendida en la sala de entrevistas de Eronex Industries. Había superado la segunda ronda con éxito, y ahora se encontraba en la última, la definitiva, con el corazón latiendo con fuerza pero no por miedo, sino por entusiasmo. Iba vestido con su mejor traje, la camisa perfectamente planchada y el nudo de la corbata tirante y simétrico, pero lo que más destacaba de él no era su aspecto exterior, sino la pasión que ardía en sus ojos. Una pasión alimentada por una esperanza inquebrantable: Marfil.

Para Lucas, todo había cambiado des