A MERCED DEL DINERO. C193: Este sería un buen final.
Después de almorzar en un restaurante cercano, decidieron pasar al cine. Se sentaron uno al lado del otro, las luces se apagaron y durante un par de horas compartieron silencios, miradas ocasionales y algunas risas breves en medio de la oscuridad. Cuando terminó la proyección, salieron tomados de la mano, intercambiando opiniones sobre la película entre risas ligeras mientras volvían al coche. No tenían prisa, así que Lucas condujo sin dirección fija hasta encontrar un estacionamiento tranquilo.
Caminaron sin rumbo fijo, con las manos entrelazadas, conversando sobre asuntos sin importancia, riendo por tonterías y disfrutando simplemente de la compañía mutua. Sus pasos los guiaron hasta un parque escondido entre edificios, uno de esos lugares que parece sobrevivir al ritmo acelerado de la ciudad. El sendero por el que ingresaron estaba bordeado de árboles altos, cuyas copas desnudas dejaban caer las últimas hojas del otoño. El suelo, cubierto de ocres y dorados, crujía suavemente bajo