Quedaba una semana para Navidad, y el frío se calaba en los huesos con pesadez. Pero el frío del cuerpo no era lo único que helaba a Fabio. Sam seguía sin aparecer, su propio hijo dejó de dirigirle la palabra y cada vez que hablaba a Christian preguntando por ella, decía no haberla visto. No lo creía. Era evidente que ambos tenían un vínculo, de amistad o algo más.
Ese día, tenía una reunión importante en la empresa dónde pondrían encima de la mesa las cifras que había conseguido tras el ultimátum. Si perdía la empresa, sentía que entonces ya no le quedaría nada.—Vamos, hijo. Te llevaré a la escuela camino al trabajo —se ofreció esperando una respuesta del niño, pero este le ignoró como venía siendo costumbre.Se montaron en el coche mientras una fina capa de nieve caía sobre ellos. Siempre les había gustado la nieve, pero ahora se sentía como un recordatorio de su estupidez, de su cobardía y de sus celos sin sentido.Cuan