Habían pasado unas horas desde que Fabio se había marchado a la oficina. Sam, tras ducharse y ponerse su ropa de siempre se miró al espejo del armario. Atrás quedó aquella mujer hermosa que había sido la noche anterior. Nuevamente la conversación con Christian revelando toda su vida volvió a su mente. Cada vez que lo recordaba se sentía aún más estúpida. Agitó la cabeza intentando pensar en otra cosa.
La imagen de Fabio apareció entonces en su mente. Su mirada herida y su expresión juiciosa, se repetía una y otra vez.
Y luego estaba Christian, su amabilidad protectora, la forma en que la había defendido de su hermano, y el recuerdo de sus propias palabras, tan íntimas, tan imprudentes, resonaban en sus oídos. Él sabía lo que su corazón ocultaba porque quizás la hizo sentir cómoda, en cambio con Fabio, nunca tuvo la necesidad de hablar sobre ello.
Bajó al salón pasando sus pensamientos de un hermano a otro, barajando si debería contarle también a Fabio, o guardar ese secreto solamen