Beth permaneció inmóvil, sus ojos ámbar alternaban entre el rostro de Gianna y la pantalla del celular, que mostraba el nombre de «Aleksi» en letras claras. La tensión en su cuerpo era palpable, como si con cada vibración del dispositivo el aire entre ellas se volviera más denso.
El celular dejó de sonar, y el nombre desapareció de la pantalla. Beth exhaló un leve suspiro, como si el peso de una decisión no tomada aliviara un poco la tensión que llevaba en los hombros.
Gianna, a su lado, contenía el aliento. Su pecho subía y bajaba lentamente, un hilo de esperanza tenue se colaba en su mente. Sin embargo, la tranquilidad duró poco. El celular volvió a vibrar, y el nombre del mediano de los Ashbourne apareció nuevamente, iluminando la pantalla con una insistencia que Gianna interpretó como ineludible.
La pelirroja echó un vistazo rápido al espejo que decoraba una de las paredes de la cafetería. Desde su posición, podía ver el reflejo de la salida de emergencia. Su mente calculó el tiem