Jana estaba ahí, mirándola con sus ojos azules, idénticos a los de Gianna. Era como mirarse en un espejo roto. Gianna giró el rostro y vio a otra mujer junto a ella, parecida a ambas, pero con ojos de un azul más claro.
Mark se encontraba detrás, con una expresión seria, y los siguió cuando entraron a la casa.
Los recién llegados se tensaron al instante. Darragh, recargado contra la pared con los brazos cruzados, los miraba con una expresión severa que parecía congelar el aire. Al otro extremo estaba Irene, cuya mirada fija en Jana prometía que la persecución en el bosque no había terminado.
Jana tragó saliva y se dejó caer en el sofá, acompañada por su madre y Mark. Sus movimientos eran lentos, cautelosos.
Gianna tomó asiento en un sillón individual, frente a ellos. Durante unos segundos, organizó sus pensamientos antes de hablar.
—Quiero saberlo todo —dijo finalmente con voz temblorosa—. Por favor.
La madre miró a Jana, quien asintió con nerviosismo. Luego, la mujer comenzó a hablar: