Capítulo: El peso de la desconfianza.
Alma sintió que su corazón latía con una fuerza arrolladora mientras se acercaba a la ventana.
El reflejo de la luna llena iluminaba apenas su silueta, pero lo que la mantenía en vilo era la presencia de Salvador detrás de ella.
Él dio un paso hacia adelante, rompiendo el silencio.
—¡Alma, lo siento! —Su voz tembló, cargada de una mezcla de desesperación y arrepentimiento.
Cuando sus miradas se encontraron, los ojos de Alma estaban llenos de dolor y decepción, tan profundos que Salvador sintió que lo atravesaban como un cuchillo.
—¿La amas? —preguntó ella con un tono frío, distante, como si temiera la respuesta que estaba a punto de recibir.
Salvador negó con un leve movimiento de cabeza, pero antes de poder hablar, Alma dejó escapar una risa amarga.
—¡Dijiste su nombre, Salvador! —gritó, tratando de contener las lágrimas.
Él pasó una mano por su cabello, agitado, con el rostro cargado de culpa.
—A veces, los recuerdos matan, Alma. A veces, hieren tanto que dejan cicatrices imposibles