Epílogo.
Darrel y Mora les informaron que debía ir de viaje todos juntos.
Dylan estaba sorprendido, casi se negaba, pero cuando escuchó a sus hijos, aceptó.
—¡Es su regalo de aniversario!
Dylan y Marella se miraron, aceptaron felices, todos fueron hasta ahí, condujeron hacia el lugar que Darrel y Mora indicaron.
***
El aire en la casa de campo estaba lleno de una suave calma, como si el mundo entero hubiera dado un paso atrás para dejar que la felicidad se instalara sin prisa.
Dylan y Marella se miraron con una mezcla de asombro y gratitud mientras se acercaban al lugar que sus hijos, Darrel y Mora, les habían preparado como regalo de aniversario.
Nunca imaginaron que una vida llena de tormentas, de luchas y victorias personales, podría culminar en algo tan sereno, tan perfecto.
Dylan estaba casi incrédulo, pero cuando escuchó las risas de sus hijos y vio la felicidad reflejada en los rostros de los pequeños nietos, decidió rendirse ante la magia del momento.
La idea de tener un refugio, un lug