Cómo pude, me levanté, sintiendo mis músculos adoloridos, maltratados. Pero no me importó. No cuando frente a mis ojos estaba mi esposo, caminando en mi dirección.
La última vez que estuvimos juntos, le dispararon. Se desplomó en el suelo, suplicándome que escapara mientras se desangraba.
—Alexander… —repetí, con un poco más de fuerza.
Las lágrimas corrían por mis mejillas, sin control. Pensé que sufriría un infarto. La sensación de ver al hombre que amaba, el cual creí muerto, frente a mí. Era indescriptible.
Corrí hacía él, estrechándome con fuerza contra su cuerpo. Él soltó un alarido, pero me recibió entre sus brazos.
Pensé que lo había perdido. Pero estaba aquí, era real. Era su cuerpo, cálido, fuerte. Si estaba vivo.
—Kiara, mi amor. Pensé que te había perdido, que había llegado muy tarde —Su mano me sonaba con ímpetu, como si él tampoco pudiera creer que estuviera entre sus brazos.
—Pensé que habías muerto —Lloré contra su pecho, notando la mancha de sangre en su camisa y e