No fui capaz de ver a mi madre cuando Alexander me introdujo en la mansión. No había visto las camionetas siguiéndome, ni a los hombres de Alexander. ¿Dónde estaba mi madre? ¿A dónde la habían mandado? ¿No la traerían a la mansión?
Alexander me soltó en la habitación, viéndome desde su posición. Tuve que subir la mirada para poder ver sus ojos grises, los cuales parecían tan molestos como heridos.
—¿Era tu forma de vengarte? ¿Huyendo de mí, llevándote a nuestro bebé en tu vientre? —Retrocedí a medida que él se acercó.
—No, yo no planeaba vengarme de ti, Alexander. Jamás te alejaría de nuestro bebé —Negué con la cabeza al tiempo que la parte posterior de mis muslos chocaban contra la cama.
—¿No? ¿Y qué significa esto? —Me quitó la mochila que se me olvidó que traía encima y vertió el contenido sobre las sábanas. La comida enlatada, la ropa amontonada y las joyas desgastadas de mi madre, todo cayó—. Un pobre botín para escapar de mí. Con eso no llegarías ni al muelle. O, ¿acaso t