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Fue Finnegan el que se mantuvo atento a ver cuándo se conectaba C.

Stu estaba hundido en la hamaca del deck, borracho, tocando la guitarra y llorando. Lo cual era una mejora notable.

El día anterior había destrozado todo lo que no estuviera pegado a las paredes de su estudio. Había arrojado sus pinturas contra el ventanal hasta romperlo y luego había seguido arrojando objetos a la playa a través de los cristales rotos. Finnegan había subido justo a tiempo para saltarle encima cuando Stu intentaba seguir la trayectoria de los objetos que arrojara.

Y ese mismo día, sólo unas horas atrás, sus nudillos ensangrentados había dejado su huella en toda superficie vertical del dormitorio que había compartido con Jen.

De modo que apenas Stu se derrumbó en la hamaca, Finnegan se apostó en el ventanal abierto, un pie en el deck y otro en la sala, un ojo en su amigo y otro

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