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Lo que sí me pesaron fueron esos días sin internet, sin saber nada de vos.

Con la venta de la casa de San Francisco en el horizonte, y tu ex presionando para que le dieran curso, no dejaba de preguntarme cómo la estarías piloteando. Era increíble cómo se me hacían eternas las tardes sabiendo que no conversaría con vos.

Una de esas noches me fui a dormir pensando en eso. Y como me pasaba muchas veces, soñé con vos. Te vi en la playa con las nenas. Liz y Star entraban al mar corriendo, saltando y riendo, mientras vos permanecías en la orilla cabizbajo. Irradiabas una tristeza que parecía opacar los colores brillantes de la tarde a tu alrededor. Me desperté suspirando, contagiada de tu pena, sintiendo un vacío en la boca del estómago.

Así que al día siguiente, apenas salí de trabajar, me busqué un lugar con wifi abierta y revisé

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