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Su voz alertó a Finnegan, que se asomó a la sala preocupado, pero Ashley lo detuvo.

—Bien, aquí y ahora no, Stewart. No creo que sienta el menor deseo de volver contigo en el estado en que estás, ebrio y furioso, y…

—¡Cierra el trasero, pendeja! ¡Guárdate tu mierda! ¡Me estoy muriendo y…! No quiero seguir así, sin ella…

—Ya veo. ¿Y qué vas a hacer al respecto? ¿Planeas tratar de reconquistarla en algún momento de los próximos cien años? ¿O estás demasiado cómodo bebiendo y sintiendo lástima por ti mismo y manteniendo a todo el mundo pendiente de ti?

Finnegan se acercó otro paso al ventanal. El tono de C había cambiado por completo, enfriándose y endureciéndose. Nunca la había escuchado hablarle así a Stu, menos aún durante uno de sus ataques

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