Norton terminó en la cocina y optó por dirigirse al deck. A encerar y guardar la tabla, a leer, a dormir una siesta, cualquier cosa que le permitiera respirar aire fresco.
Stu no pareció advertir que pasaba a su lado. Seguía muy quieto frente a la laptop, una mano cubriendo apenas su boca, cigarrillo y cerveza en la otra. Se tomó su tiempo para leer todo lo que ella escribiera, y entonces lo leyó de nuevo. Luego se demoró allí, en la mesa, los ojos perdidos otra vez más allá de la ventana, sintiendo el tirón del aire salado y el rumor de las olas. ¿Cuánto hacía que no prestaba atención al sonido del mar? ¿Lo había escuchado tan sólo un instante desde que llegara? No lo recordaba.
Ella no había agregado nada más. Había dicho cuanto tenía por decir, y tal como anticipara, le dejaba tiempo y espacio para reaccionar como quisiera.
Vivo.
Ella decía que él siempre parecía estar tan vivo.
Para bien o para mal.
Suspiró.
Su mirada regresó de l