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Poco después nos tomábamos un descanso para baño, cigarrillo, cerveza o lo que fuera. Sólo entonces nos dimos cuenta de que Mario estaba en la sala de control. Los chicos lo saludaron alegremente mientras yo intercambiaba una mirada con Mariano, que asintió con disimulo.

Vos ya estabas ahí, hablando en voz baja con Quique.

Escuché que Mario les explicaba a Jero y Beto que una alarma de apocalipsis le había hecho creer que no llegaría al ensayo, pero que al final había salvado el mundo a tiempo para llegar sólo una hora tarde a San Telmo.

Mariano, detrás de él, lo miró y se volvió hacia mí, cabeceando hacia afuera. Un minuto después prendíamos cigarrillos junto al árbol.

Mariano me contó que había llamado a Mario para saber por qué no vendría a ensayar, y cuando el otro terminó de inventar excusas, le recordó que los ensayos se contaban entre las actividades de la banda estipuladas en el contrato. Así que faltar a un ensayo era como faltar sin avi

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