Se despertó pasadas las nueve con la idea clara en su cabeza: irse con C al mar. Apenas se movió, el brazo en torno a su cintura se apretó por un instante. Sonrió al sentir a C pegada a su espalda, la tibieza intermitente de su aliento acariciándole el hombro. Logró levantarse sin despertarla y cruzó sin ruido la habitación hacia el baño.
Mientras se duchaba, se le ocurrió que Ray sabría ayudarlo a encontrar en internet lo que quería: una casita junto al mar en alguna playa solitaria para rentarla por dos o tres días. C tenía ensayo esa tarde, y ningún otro compromiso hasta el jueves por la tarde. Bien podían escaparse esa misma noche y volver a tiempo para la primera reunión con el productor que se haría cargo del larga duración.
Con eso en mente, buscó su teléfono y fue a la sala, para llamar a su amigo sin molestarla. Lo atendió Ashley, que lo primero que hizo fue preguntarle si le molestaría que ellos se ausentaran unos días.
—Quiero sorprender a Ray con un