Era lo que Stu siempre había buscado en una mujer, desde muy joven, cuando él y Ann se pusieran de novio en la escuela. Lo que siempre lo hiciera desdeñar el sexo casual y buscar relaciones estables.
Lo mismo que lo hacía considerar la infidelidad como un insulto imperdonable, algo que no tenía cabida en su vida ni en sus sentimientos.
El deseo y el amor no se presentaban por arte de magia, sino que se construían día a día. Y la confianza y el respeto eran sus pilares. Llevar a un tercero a la cama era traicionar todo eso. Era rendirse a la cobardía de negarse enfrentar que algo no estaba bien, y caer luego en el insulto del engaño. Era dar la espalda a la posibilidad de descubrir y solucionar lo que no estaba funcionando en una pareja.
Para Stu, no podía seguir habiendo una pareja después de una infidelidad. El mismo momento de ceder a la tentación ponía fin a cuanto pudiera mantener unidas a dos personas. Por eso enterarse de que Jen estaba con otro hombre lo