Justo en ese momento, entró otra persona. Una mujer elegante, con un porte impecable y una sonrisa ensayada. Su pelo era rubio platino, sus ojos, de un azul gélido pero atractivo.
—Alejandro, por fin te encuentro —dijo la mujer—. ¿Y esta es la famosa "Luz de Luna"? —Su mirada se detuvo en Mateo, una chispa de interés en sus ojos—. Tú debes ser Mateo Vega. Soy Beatriz. Beatriz Suárez. He oído hablar mucho de tu trabajo. Y de tu… nuevo proyecto. Alejandro me ha estado poniendo al día.
Mateo asintió, estrechando la mano de Beatriz, con una delicadeza que a Sofía le pareció excesiva.
—Un placer, Beatriz.
—El placer es mío —dijo Beatriz, sin quitarle la mirada de encima a Mateo—. Alejandro me ha dicho que estás buscando inversores para algo más grande, ¿verdad? Siempre estoy buscando talentos prometedores. Y tu nombre… es garantía.
Sofía observó la escena. La forma en que Beatriz se p