Capitulo 29

Era una tarde apacible de primavera. El restaurante bullía con el servicio de cenas, los clientes llenaban cada mesa, el ambiente era de celebración constante. Mientras Mateo emplataba una lubina salvaje con puré de guisantes, la puerta de la cocina se abrió y Javier, con una sonrisa enigmática, asomó la cabeza.

—Mateo, Sofía. Don Ricardo quiere veros. Y no viene solo.

Mateo y Sofía se miraron, curiosos. Don Ricardo estaba sentado en una de las mesas, con su sombrero calado y una expresión de calma. A su lado, una mujer de unos cuarenta años, elegante, con una sonrisa amable y ojos que recordaban a los suyos.

—Mateo, Sofía —dijo Don Ricardo—. Quería presentaros a mi sobrina, Marina. Ella es mi… albacea. Y está aquí para algo importante.

Marina les sonrió. —Un placer, Mateo, Sofía. Mi tío me ha hablado maravillas de vosotros y de este lugar.

Mateo y Sofía saludaron a Marina, sus mentes en ebullición. "Albacea". "Algo importante". Don Ricardo los invitó a sentarse, y el ambiente se volv
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