—¿Señor, fue usted quien organizó los asientos? —preguntó Bernice, frunciendo el ceño.
—Sí, señorita. ¿Hay algo que no sea de su agrado? —respondió el acomodador con una sonrisa amable.
—¿Es consciente de que este es un asiento VIP? ¿Se supone que cualquiera puede sentarse aquí? —replicó Bernice, mientras Maggie y Polly asentían, respaldándola.
—Hmm... ¿acaso hay algún problema con que la señora Maxwell ocupe ese lugar? —preguntó el acomodador con una sonrisa tensa. Claramente se encontraba en una posición incómoda, pero mantenía su cortesía.
—¿Qué? ¡¿Qué acaba de decir?! ¡¿Quién dijo que era?! —exclamaron las tres chicas al unísono, con los ojos abiertos de par en par, incapaces de disimular su sorpresa.
—La señora Maxwell. Esposa del multimillonario dueño del Grupo Maxwell. ¿Hay algún inconveniente? —insistió el acomodador con una sonrisa diplomática. Luego bajó la voz y agregó en tono confidencial—: Señora Maxwell, no debería ocultar tanto su identidad. ¡Debería dejar claro quién e