—Eso me tranquiliza —Rubí finalmente soltó un suspiro de alivio.
—¿De qué tienes miedo? —Marcus entrelazó sus dedos con los de ella y la miró con una sonrisa segura—. Esta noche… eres mi mujer. Y créeme, los ojos de todos estarán puestos únicamente en ti. —Apretó su mano con firmeza—. Confía más en ti misma.
—¡Está bien! —Rubí respiró hondo, reuniendo todo su valor—. Recordaré tus palabras. Haré que Marcia se sienta avergonzada… y humillada hasta los huesos.
La mejor forma de destruir a Marcia no era con gritos ni confrontaciones, sino arrebatándole aquello que más valoraba, exhibiendo lo que ella nunca podría alcanzar. Esa era la verdadera victoria. Y fue Marcus quien le enseñó esa lección. Jamás imaginó que él se convertiría en su mayor aliado… y en alguien tan cercano a su corazón.
Caminaron juntos hacia el salón principal del banquete, seguidos de cerca por Amelia, quien llevaba en brazos a Dylan. Sabían que estarían allí durante varias horas, así que no podían dejar al niño atrás