Marcus se levantó con cortesía, mostrando hacia Eva un trato mucho más amable que con los demás:
—Lo que le gusta a mi esposa, me gusta a mí también. Y, por favor, no me llames señor Maxwell, suena demasiado formal. Llámame Marcus. Somos familia. Además, fuiste tú quien criaste a Rubí, y ella siempre te estará agradecida por eso.
Sus palabras fueron claras: subrayaban lo importante que Rubí era para él, al mismo tiempo que reforzaban que no había olvidado a quienes la habían cuidado.
Eva, emocionada, asintió con una sonrisa húmeda en los ojos.
—Está bien, Marcus. Ven, vamos a la mesa.
Miró a Marcia y Erick, que aún parecían incómodos, y añadió con suavidad:
—Ustedes también, vengan. No dejen que la comida se enfríe.
Ya sentados, Rubí sirvió primero la sopa de Dylan, colocó los platillos que sabía que le gustaban y luego empezó a comer ella misma. Tomó una costilla BBQ, uno de sus platos preferidos de siempre, pero apenas la probó, el estómago se le revolvió. Se tapó la boca y corrió a