Solo después de almorzar, Rubí y Dylan regresaron a casa de buen humor.
Al llegar a la residencia Maxwell, Rubí recibió una llamada de Marcus. Le dijo que probablemente no podría regresar hasta la madrugada. Su propuesta en la empresa había sido aprobada por unanimidad, y ahora todos discutían los detalles y la asignación de responsabilidades, lo que lo mantenía aún más ocupado.
Además, Marcus le contó que había dejado claro frente a todos que la idea había sido de ella. Aquellos que antes la criticaban no tuvieron más remedio que guardar silencio.
Las palabras de Marcus mejoraron el ánimo de Rubí, aunque pensó en contarle lo ocurrido con Sherry ese mismo día. Sin embargo, al recordar lo ocupado que estaba, decidió callar. Además, había prometido a la señora Thompson mantener todo en secreto.
Por la tarde, madre e hijo se quedaron en la habitación de cristal del piso superior: Rubí concentrada en sus tareas y ensayos, mientras Dylan, bajo sus indicaciones, dejó a un lado los pinceles