Respiró hondo y replicó con firmeza:
—Precisamente porque se ha molestado tanto, creo que sí existe un registro. Una persona que de verdad no puede tener hijos no reaccionaría así. Vi su información en el hospital, de lo contrario nunca la habría encontrado aquí. Sé que quizá no quiera hablar o que haya algo difícil de contar, pero… para mí es muy importante. Si pudiera decirme la verdad, aunque sea un poco, le estaría muy agradecida.
Sherry la miró un segundo largo, sus ojos llenos de frialdad, antes de responder con sequedad:
—No hay nada que contar. No sé por qué aparece ese archivo, pero estás equivocada. Por favor, vete.
Se levantó de golpe, su rostro sin rastro de la amabilidad de siempre, y se marchó visiblemente alterada.
Rubí la siguió con la mirada, abatida. Algo no cuadraba. Si de verdad no hubiera estado en ese hospital, no existiría el registro. ¿Por qué lo negaba? ¿Qué escondía? ¿Dónde estaba el bebé? ¿Dónde estaba su marido? El misterio la rodeaba cada vez más, sin darl