Rubí, evitando mirarlo directamente, respondió en voz baja:
—Ponte la ropa primero.
Marcus murmuró con sarcasmo:
—¿Ya me tocaste antes y ahora te da vergüenza?
Se secó el cabello con calma, luego se puso una bata azul oscuro.
—Ya está.
Rubí levantó la vista al fin. Con el camisón oscuro y el cabello aún húmedo, Marcus se veía peligrosamente atractivo. No sabía si era porque llevaba días sin verlo o porque acababa de contemplarlo medio desnudo, pero su corazón latía con fuerza y sus mejillas se tiñeron de rojo.
—Ven aquí —ordenó él.
Al notar su reacción, Marcus recordó las palabras de Gavin: las mujeres son tímidas, les gusta que el hombre tome la iniciativa. Convencido, decidió actuar con firmeza.
Rubí dio unos pasos, pero se mantuvo a cierta distancia.
—Acércate un poco más —insistió Marcus.
Ella avanzó lentamente, conteniendo la respiración.
—Tengo algo que decirte.
—¿Qué? —preguntó él, acercándose también.
—Quiero preguntarte algo… ¿tenías algo que decirme aquella noche?
—¿Qué noch