Capítulo 114

Los tacones de Melisa se hundieron sin ruido en la alfombra, pero su voz, suave y satisfecha, llegó desde detrás de Dereck.

—Dereck, la vio. La pintura. Funcionó.

Él detuvo por un instante el movimiento de la taza de té que sostenía, sin mirarla.

—¿Ah, sí? —replicó con calma—. No podemos saber aún si de verdad funcionó. —Hizo una breve pausa, bajando la vista hacia el té—. Rubí tiene una fuerza de voluntad admirable… incluso yo debo reconocer que me impresiona.

Melisa se adelantó hasta quedar frente a él. Sus uñas impecables rozaron su frente en un gesto calculadamente afectuoso.

—Después de escuchar lo que le dijiste y ver esa pintura, era inevitable que conectara las dos cosas —dijo con una sonrisa confiada—. No hay mujer que no sienta un vuelco en el corazón ante algo así.

—¿En serio? —Dereck bebió un sorbo antes de mirarla de reojo—. ¿Tu pintura es lo bastante buena?

—No te preocupes. La encargué a un maestro. Es perfecta. Ella es una aficionada, no podrá distinguirlo. —Melisa hab
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