Cuando Alexander y Valeria finalmente estuvieron solos en el auto, el silencio se rompió por la voz temblorosa de ella. Alexander acababa de sacarla del hospital y la llevaba de vuelta a casa, pero la tensión era insoportable.
De pronto, ella comenzó a relatarlo todo, a desgranar la verdad que había provocado su colapso. El hombre escuchó atentamente, aunque, irónicamente, ya lo sabía.
—Alexander… —su voz era apenas un murmullo—. Descubrí que mi madre… esa persona que creí que era mi madre… realmente no es mi madre de verdad. No es mi madre biológica. Fui adoptada por ella. Es lo que me comentó y ya no pude seguir escuchando porque me sentí tan perpleja por una información que no esperaba. Una verdad que creí que jamás llegaría a escuchar… Enterarme de algo así me dejó totalmente conmocionada. No puedo continuar hablando…
Valeria rompió a llorar. Las lágrimas se derramaron sin control mientras su cuerpo se sacudía en el puesto del copiloto. Verla en ese estado tan vulnerable hizo que