NOAH THORNE
La curiosidad pudo más que mi prudencia. Me acerqué y acerqué mis dedos a cada cicatriz retorcida que cubría su piel. Algunas eran largas y profundas, otras circulares, como si alguien hubiera usado su vientre como un cenicero.
Antes de que la blusa descubriera sus pechos, tomé el borde y la bajé, como lo haría un caballero, uno que claramente yo nunca era.
—Gracias… —susurró en cuanto su cabeza quedó descubierta. Se subió de nuevo a la cama de exploración, respiró profundamente antes de levantar su blusa y giró su rostro hacia la pared. No quería ver mi reacción al ver su piel.
Comencé a palpar su abdomen, intentando encontrar las consecuencias del golpe. Le preguntaba con voz queda si le dolía cuando hacía presión. La consulta fue común, pero el ambiente dentro del consultorio estaba electrificado. Ella solo contestaba hacia la pared, sin querer hacer contacto visual y por un momento me sentí miserable por ella. Quería saber qué le había pasado, por qué estaba tan her