NOAH THORNE
Mi mejilla palpitaba, pero no podía apartar la mirada de la puerta por la que desapareció Tanya. El aire se volvió más denso, imposible de respirar. Había perdido la calma cuando creí que el padre de ese niño podía ser alguien más que no fuera yo. La ira me cegó como jamás me había ocurrido. ¿Por qué? ¿Por qué Tanya? ¿Qué tenía ella que otras chicas no?
—¿La amas? —preguntó mi padre tomándome por sorpresa. Parecía tranquilo, pero sus ojos brillaban de incertidumbre. Cuando nuestras miradas se encontraron, tuve que negar mientras soltaba una risa burlona.
—Podría preguntarte lo mismo, padre… —refunfuñé sin poder esconder la molestia en mi rostro—. ¿Crees que no he notado cómo la ves, como la tocas cuando tienes oportunidad?
—Noah, esto no se trata sobre mí —contestó de inmediato, incómodo por mis preguntas—. Es una niña, le doblo la edad, podría ser mi hija…
Entorné los ojos con reproche y solté una sonrisa que terminó en bufido.
—Siempre has sido un cobarde en esto del am