TANYA RHODES

Cuando abrí los ojos me encontraba en una de las habitaciones del hospital, pero no cualquiera, esta parecía más de un hotel cinco estrellas, con una pequeña sala, un ventanal desde el que se veía la ciudad y un cielo despejado, así como un ramo de flores frescas sobre la cajonera pegada a la pared. 

—Por fin despertaste… —susurró Viggo a un lado de la cama, viéndome con esa intensa mirada gris y no pude evitar sonreír aliviada. Era mil veces mejor verlo a él que ver a Fabián. 

Al pensar en ese hombre me sobresalté y de un brinco casi me salgo de la cama si no fuera porque Viggo se acercó y posó su mano sobre la mía para detenerme. 

—Tra