VIGGO THORNE
—Su hijo tiene algo que llamamos la triada oscura… —susurró la psiquiatra mientras veíamos a través del cristal a Noah, arrancando la cabeza de su muñeco que ya tenía el relleno de fuera. El cuarto donde se realizaban las sesiones infantiles eran llenos de color y juguetes, pero él no parecía interesado, solo estaba enfocado en sus propias cosas—. Sadismo, maquiavelismo y psicopatía. No parece sentir arrepentimiento de nada de lo que hace, sin importar el daño que genere en los demás, de hecho, cada cosa que hace tiene un motivo, una dirección.
»El tiene claro que el fin justifica los medios, y sin remordimiento, actúa. Además de que parece sentir cierto placer al causar dolor a los demás.
—Lo heredó de su madre, estoy seguro —contesté con un suspiro. Aunque yo era un hombre cruel y sanguinario. No olvidaba los rostros de quienes mataba. Había cierta clase de arrepentimiento, una pequeña vocecita que me suplicaba parar, pero que era fácil de silenciar, en el caso de mi