Capitulo 4: Caos Mental

Mi mente es un caos. Las teorías más descabelladas de Naty resultaron ser ciertas y, de algún modo, estoy en otro planeta o en una dimensión desconocida. Lo que sucedió en esa cueva de hielo me trajo hasta aquí, donde, a los pocos minutos de llegar, casi me convierto en la cena de un oso. Por suerte, un lobo inmenso me salvó, solo para transformarse en un hombre desnudo frente a mí. Aunque se ha puesto una túnica que apenas cubre lo esencial, agradezco estar a salvo y que hablemos el mismo idioma; de lo contrario, estaría perdida.

Después de la conversación con el hombre que me rescató, la realidad para mí se transformó por completo. No solo me enteré de que ya no estoy en la Tierra, sino que este nuevo mundo esta habitado por criaturas que en mi hogar considerábamos pura fantasía: hombres lobo, vampiros, hadas. Lo que más me desorientó, sin embargo, fue la forma en que él se dirige a mí. Me llamó "mi luna" y me mira con una adoración que nunca antes he presenciado, como si yo fuera la cosa más hermosa que hubiese visto. En su mirada, vi un deseo innegable, algo que me impulsó a enfrentarlo. ¿Cómo puede un hombre como él, con esa intensidad en sus ojos, fijarse en una mujer como yo, con abundantes curvas? La historia siempre ha sido la misma y cuando creí haber encontrado a alguien diferente, solo jugo con mis sentimientos, utilizándome hasta que hallo a una mujer con una cuenta bancaria con más ceros que la mía.

"No sé qué clase de escoria se atrevió a jugar con tus sentimientos, porque ni siquiera merece el título de hombre". La voz de Drack retumbó en la cueva, un trueno grave cargado de una furia que me hizo estremecer. Inconscientemente, apreté las piernas, sintiendo cómo su resonancia causó estragos en mi interior.

"Jugar con los sentimientos de una mujer es imperdonable, más aún con los de una tan hermosa como tú. Pero, en el fondo, se lo agradezco. Sin su vileza, no te tendría aquí, conmigo, ni esta oportunidad de mostrarte lo que es un hombre de verdad: uno dispuesto a enfrentar el mundo entero con tal de hacer feliz a su hembra. Porque eso eres para mí, mi hembra. Y no descansaré hasta que lo entiendas, hasta que comprendas por qué digo que eres mía. Las reglas en mi planeta son distintas a las del tuyo". Drack concluyó, y sus palabras posesivas y seguras llevaron a mi intimidad a un calor palpitante. Este hombre, solo con su voz y su mirada, ha encendido en mí sensaciones que no había experimentado en años, ni siquiera con Mark. En este instante, la imagen de Mark se desdibujó por completo, y me pregunto por qué alguna vez lloré por su partida.

"Hay tanto que anhelo decirte y hacerte, mi luna, pero este no es el lugar ni el momento. Debemos ir a mi territorio, donde estaremos a salvo." Asentí, sin fuerzas para replicar. Su voz desestabiliza mi mente, y mi cuerpo arde en una fiebre que me obligó a quitarme el abrigo. ¡Qué ironía! He pasado del frío extremo a este planeta tropical, donde el calor parece querer cocinarme.

Primero el oso, ahora este hombre que me salvó. Su seguridad al proclamarme suya, al decir que soy su hembra, debería alarmarme, pero, extrañamente, me gusta. "¡Vamos! No quiero ser la cena de alguna bestia hambrienta. Nuestra conversación queda pendiente, Drack, ¡pero ni creas que te vas a librar de decirme la verdad! Eso de que soy 'tu hembra' suena a acoso". Le espeté. Él asintió y me guio fuera de la cueva. Sin previo aviso, se quitó el taparrabos, dejándo de nuevo a la vista su desnudez. Cerré los ojos de golpe y me los tapé.

"Parece que te gusta andar en pelotas, ¡pero por lo menos avísame cuando vayas a desnudarte para taparme los ojos!". Le reclamé. Lo primero que oí fue una risa ronca que me hizo estremecer y sentir algo extraño en mi intimidad.

"No tienes por qué taparte los ojos, mi luna, porque todo lo que tengo es tuyo, y tienes el derecho a ver lo que te vas a comer." Su voz, un susurro denso, rozó mi oído y un escalofrío me recorrió. Me sentí expuesta, vulnerable, y aunque cada fibra de mi ser grita que me aleje, me quedé inmóvil, atrapada en la intensidad de su presencia.

Un sobresalto me sacudió cuando sus manos se aferraron a mis caderas, y la presión de su erección en mis glúteos arrancó un jadeo de lo más profundo de mi garganta. Rápidamente, me cubrí la boca. No quiero que sepa el poder que ejerce sobre mí, solo con el roce de su piel contra la mía. Sentí cómo se alejó de mí, y la ausencia de sus manos aferradas a mi cadera, el vacío donde antes su erección chocaba contra mi trasero, me golpeó con una desolación que jamás creí posible.

"Puedes abrir los ojos, mi luna, ya no estoy en pelotas como tú dices." Su voz resonó en mi mente apenas unos segundos después de que se separara, una resonancia imposible que me sobresaltó, y además, suena más grave. Abrí los ojos de golpe y, frente a mí, ya no esta Drack; en su lugar, el lobo de pelaje marrón que me salvó me observa.

"Mi luna, sube a mi lomo. Debemos llegar a mi tribu antes de que el sol se oculte por completo; no quiero que te expongas a los peligros de este lugar al anochecer". La confirmación de que puedo oír su voz en mi mente disipó cualquier duda sobre mi cordura.

"¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo te oigo en mi cabeza?". Preguntó, la voz apenas un susurro. Mi mente lucha por procesar lo imposible; en mi mundo, la comunicación telepática ea una fantasía, algo imposible. Pero, ¿y si en este lugar, en este nuevo y desconcertante mundo, lo ilógico tiene una explicación tangible, una lógica que aún no alcanzo a comprender?.

"Me escuchas porque eres mi alma gemela. Una vez que te marque, nuestros pensamientos se entrelazarán, tú podrá oír los míos y yo los tuyos. Pero no hay tiempo para explicaciones ahora; debemos irnos antes de que las bestias nocturnas empiecen a salir y nos encuentren." La confusión se apoderó de mí, ¿alma gemela? ¿Una marca? ¿Rituales extraños? A pesar de las preguntas que se agolpan en mi cabeza, la urgencia en su voz es innegable. Habrá tiempo para desentrañar sus enigmáticas palabras más tarde; por ahora, solo importa sobrevivir.

Obedezco a Drack. Con una grácil inclinación, me ofrece su lomo y me subo, mis manos buscando agarre en su denso pelaje, imaginándolo por un instante como un corcel salvaje. En cuanto me sujeto, emprende el descenso por la ladera de la montaña. Mi corazón, ya agitado por todo lo vivido desde mi llegada, late aún más fuerte. Siento que esto es solo un preludio de lo que aún está por venir.

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