Encontrar a mi alma gemela superó cada expectativa; es una belleza y una emoción que las palabras no pueden capturar. Sus ojos, un escrutinio dulce y detallado, recorren mi figura de arriba abajo. El leve rubor en su rostro es mi premió, una confirmación silenciosa de su atracción. Para un hombre lobo, no hay mayor orgullo que la certeza de que su hembra se siente irrevocablemente atraída hacia el.
"¿Quién eres y por qué me miras como si fuera tu próxima comida?". Preguntó mi extraña pero hermosa alma gemela. No pude evitar sonreír; me ha descubierto. Si su aroma no revelara una ausencia total de linaje, si no fuera una desconocida sin esencia sobrenatural, ya la habría reclamado como mi compañera, llevándomela a mi guarida para que gima mi nombre y comenzar la práctica de concebir a nuestros cachorros. "Soy Drack Kaelen, alfa de la tribu del norte". Mi voz resonó en el eco de la cueva mientras me acercó a ella. Le ofrecí mi mano; al principio, dudó, su instinto la hizo retroceder, pero luego aceptó. El roce de su piel contra la mía desató un escalofrío que me recorrió el cuerpo, una certeza innegable. Sonreí. Ante mí esta mi complemento, mi otra mitad. Le enseñaré que no importa su linaje o si no pertenece a este mundo, ella es perfecta para mí. "Lyra Everhart, mucho gusto, señor Drack. ¿Podría decirme dónde estamos y cómo hizo ese truco de magia para transformarse en lobo y luego en humano? Y también, ¿por qué anda prácticamente desnudo?". La voz de mi amada, ahora sé que se llama Lyra, se colo en mis pensamientos. Un gruñido bajo escapó de mi garganta al escucharla llamarme "señor". No quiero ser solo un señor para ella, sino su señor, su todo, de la misma forma en que ella ya lo es para mí. Pero también me llamó la atención que llame a mi transformación un "truco de magia". Esto me confirma que ella desconoce por completo este mundo, uno rebosante de magia y linajes sobrenaturales. "Bienvenida a Aethelgard, un mundo donde la magia, el misterio y los linajes sobrenaturales se entrelazan. Mi transformación, de lobo a hombre, no fue un truco: soy un hombre lobo, el alfa de mi tribu. Y no, no ando desnudo; una túnica me cubre lo esencial, algo completamente normal aquí, e incluso en gran parte del planeta". El rostro de mi Luna, mientras yo hablaba, se transformó en una explosión de colores: sorpresa, incredulidad, y una profunda confusión. Claramente, ella viene de un lugar donde la vestimenta cubre por completo, pues su ropa, tan recatada, apenas me permite vislumbrar su hermosa figura. "Esto no puede estar pasándome a mí". Murmuró mi Luna, aún tambaleándose por la incredulidad. "¿Este planeta no puede llamarse como has dicho? ¡Se llama Tierra! Los lobos, los vampiros y todas esas criaturas son solo mitos, cuentos de hadas para dormir niños". Su voz tiembla mientras pronuncia las palabras, cada una un desafío a la realidad que yo intento mostrarle. Es evidente que, para ella, nuestra existencia es una fantasía, lo que me llevó a la desconcertante conclusión de que viene de un lugar donde jamás hemos existido, o donde fuimos olvidados. "Sé que suena increíble, mi luna, pero los hombres lobo son tan reales como nosotros, y yo soy uno de ellos. Si mis palabras no bastan, si todavía te niegas a creerlo, me transformaré otra vez ante ti para que lo veas con tus propios ojos." Lo dije con la voz resuelta, anhelando que mi luna se acostumbre pronto a este nuevo lugar. La sorpresa y la negación se encendieron en su mirada. ""No tienes que volver a convertirte en un lobo más grande que los de mi planeta, te creo. Es solo que me cuesta asimilar que mi mejor amiga tenía razón; que existen otros planetas similares al nuestro, habitados por seres diferentes. Y ni siquiera sé dónde está ella para pedirle disculpas por no haberla creído, aunque siempre la apoyé en sus locas teorías, nunca me las tomé en serio." La tristeza y la culpa se sienten en cada palabra de mi Luna. Si no supiera que se alejará, ya la estaría envolviendo en mis brazos, consolándola. Su amiga, al parecer, es fundamental para ella, y a quien yo debo agradecer que mi Luna este aquí conmigo. "Sé que acabamos de conocernos y, por tu mirada, intuyo que no tienes idea de cómo llegaste a Aethelgard, ni confías en mí. Pero este lugar, tan hermoso y mágico como parece, es también salvaje y peligroso. El tiempo no se detiene; estamos en territorio de bestias mucho peores que el oso que mate. Necesito que vengas conmigo a mi tribu. Nuestro sabio quizás tenga respuestas sobre tu amiga. Sé que es mucho pedir, pero he esperado años por ti, mi luna. Ahora que estás aquí, anhelo demostrarte lo importante que eres para mí." Terminé de hablar, y mi luna, con la boca entreabierta, intentó decir algo, pero las palabras no salieron. En su rostro veo una mezcla de sorpresa, miedo y una feroz determinación. Se que quiere sobrevivir, y que sola, en un lugar desconocido y lleno de peligros, será casi imposible. "No confío del todo en ti, pero me salvaste de ser la comida de un oso, y eso te da el beneficio de la duda. Si sobrevivir en este lugar desconocido y lleno de peligros implica ir contigo, no hay nada que pensar." Sonreí al escuchar a mi luna. Tenerla cerca, por fin, y saber que puedo conquistarla es todo lo que me importa. Ella es diferente; nuestro lazo no la ata como a los lobos, así que ire a su ritmo. No me importa esperar. Después de años sin saber quién era, ahora que la he encontrado, el tiempo es insignificante mientras ella este a mi lado. "Además, si hay alguien en tu tribu que pueda ayudarme a entender qué le sucedió a mi amiga y cómo terminé aquí, me gustaría hablar con esa persona de inmediato." Mi luna sigue hablando, y asiento ante sus palabras, comprendiendo lo importante que es su amiga para ella. Al igual que ella, también deseo saber cómo llegó hasta este lugar. "Y por último debemos hablar, pues necesito saber por qué me llamas 'mi luna". Siguio hablando, su mirada fija en la mía. "¿Por qué te expresas de mí como si ya fuéramos algo? sin siquiera conocernos, no puedo permitir que me rompan el corazón de nuevo por dejarme llevar por palabras bonitas. Eres un hombre atractivo, puedes tener a la mujer que desees. Así que, ¿por qué querrías a alguien como yo a tu lado?". Sus palabras me oprimieron el pecho con una mezcla de rabia y profunda tristeza. Rabia al darme cuenta de que alguien jugo tan cruelmente con sus sentimientos, obligándola a construir barreras para protegerse de nuevas traiciones. Y tristeza, una tristeza punzante, al percibir que ella no se considera lo suficientemente buena para captar mi atención. Ese idiota la ha despojado de su confianza en sí misma, en su propia belleza. Pero para mí, no importa cómo la viera él, ni cómo la vieran otros hombres, ni el mundo entero. Para mí, ella era, es, y será la mujer más hermosa y sexy que anhelo tener como mi compañera y la madre de mis cachorros.