Acepto la invitación de Drack para descansar en su cueva, aunque la tenue luz apenas ilumina las sombras. Él me ofrece una mano para guiarme, y por un instante dudo. Mi instinto, sin embargo, me empuja a confiar. Cuando nuestros dedos se entrelazan, una corriente recorre mi cuerpo, un escalofrío que no es de frío, sino de una extraña excitación. Su tacto, aparentemente inocente, logra erizarme la piel.Caminamos por la cueva durante varios minutos, la oscuridad se enrosca a nuestro alrededor, solo rota por las tenues y fugaces luces que Drack señaló como las entradas a las cuevas de los habitantes de su tribu, cubiertas por pieles de animales. Continuamos adentrándonos hasta que él se detuvo frente a una de esas cubiertas. La apartó, revelando una cueva con pequeñas antorchas que danzan, proyectando sombras temblorosas."Esta es mi cueva, y es mi mayor deseo que, con el tiempo, la sientas tan tuya como yo la siento mía. No te presionaré, sé que en tu mundo el camino para encontrar a t
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