[FRANCESCO]
La habitación del hotel está en silencio cuando entramos. Un silencio distinto al del paddock, al del ruido constante del mundo. Aquí no hay motores. No hay flashes. No hay preguntas.
Solo nosotros y una pausa mientras que Tiziano duerme en la otra habitación vigilado por la niñera.
Cierro la puerta con el pie y apoyo la espalda contra la madera por un segundo, como si recién ahora mi cuerpo entendiera que puede aflojar. Sofía deja la chaqueta sobre una silla, se quita los zapatos despacio y camina descalza por la alfombra, todavía con esa mezcla de adrenalina y cansancio que le quedó pegada a la piel.
La miro.
Está hermosa de una forma que no tiene nada que ver con maquillaje ni con cámaras. Hermosa porque sobrevivimos a algo grande. Porque estamos aquí.
—Ganaste —dice, girándose hacia mí con una sonrisa torcida—. Otra vez.
—Corrí bien —respondo—. Ganar fue consecuencia.
Ella se ríe suave y se acerca. Me rodea el cuello con los brazos y apoya la frente en mi pecho.
—Siemp