68. SOSPECHAS
[FRANCESCO]
La ciudad brilla allá afuera como un espejismo. Desde el ventanal del hotel, las luces de neón parecen querer devorarlo todo: casinos, coches de lujo, turistas embriagados de ruido. Pero aquí dentro, el silencio es otro, más denso. Sofía está sentada en el borde de la cama, con el cabello suelto cayéndole en ondas sobre los hombros. La penumbra de la lámpara le dibuja un aura suave alrededor de la piel, y yo no puedo dejar de mirarla.
Hace apenas unas horas estábamos rodeados de periodistas, ingenieros, ejecutivos. Ahora somos solo ella y yo. Sin embargo, noto en su gesto que algo no está en calma.
—Sofi… —me acerco, dejando atrás la chaqueta que todavía llevaba puesta—. Tienes esa mirada. La que pones cuando llevas demasiado peso en los hombros.
Ella baja los ojos, juega con sus manos. Por un segundo pienso que no me va a decir nada, que prefiere dejarlo pasar. Pero entonces respira hondo y suelta la verdad:
—William habló conmigo otra vez.
Siento un frío extraño recorrer