60. CONTARTELO
[SOFÍA]
El sonido a porcelana y el aroma a café recién hecho me despiertan más que la tenue luz que se filtra por las cortinas. Abro los ojos con pereza y lo primero que veo es a Francesco, de pie frente a la mesa baja del hotel, en mangas de camisa, sirviendo café con una calma que no le conocía. Parece otro, como si la carrera, Valentino, la escudería… todo quedara afuera de estas paredes.
Me incorporo lentamente, cubriéndome con la sábana, y él me mira. Sus ojos verdes brillan con algo distinto, un brillo suave, casi vulnerable, que me obliga a sostenerle la mirada.
—Buenos días —me dice con esa voz ronca de recién levantado que me eriza la piel.
—Buenos —respondo, sonriendo apenas—. ¿Siempre te levantas antes que yo?
—No siempre —contesta, llevando una taza hacia la cama—. Pero hoy quería tener esto listo para ti.
Me la tiende y yo la tomo, sorprendida por la delicadeza del gesto. Un desayuno en la habitación no debería ser algo extraordinario, pero viniendo de él… lo es. Lo obser