45. MÁS QUÉ ESTO
[SOFÍA]
El ruido aún me retumba en los oídos cuando salgo del box. La carrera terminó hace minutos, pero siento como si mi cuerpo siguiera en tensión dentro del monoplaza, aunque yo solo haya estado en el pit wall. Los mecánicos festejan, se abrazan, los flashes afuera son un estallido constante. Yo camino rápido, casi huyendo, buscando aire, buscando un rincón donde el corazón deje de martillar.
No tarda en aparecer. Francesco.
El mono de carrera desabrochado hasta la cintura, la camiseta negra empapada de sudor pegada al torso. El pelo húmedo, pegado a la frente. La piel aún enrojecida por el calor de la cabina. Lo rodean, lo felicitan, lo palmean como si fuera un héroe de guerra. Y él sonríe, asiente, reparte gratitud con esa facilidad magnética que lo hace tan peligroso para el mundo.
Pero lo veo. Sé leerlo.
Detrás de la sonrisa, me busca a mí. Siempre me busca a mí.
Cuando por fin logro atraparlo entre el tumulto, lo arrastro hacia un pasillo lateral. Las luces fluorescentes parp