[SOFÍA]
Al día siguiente: 16 de octubre
El paddock huele a caucho caliente, café recalentado y nervios.
Es lunes. Día de simulador, ajustes, reuniones de estrategia y control de daños. Porque sí, Francesco terminó tercero ayer. Pero hoy, las portadas no hablan de eso.
Hablan de nosotros.
“Mozzi y Conte: la pareja que está salvando más que una carrera”
“Ella lo hace más rápido. Él la hace sonreír”
“¿Amor verdadero o jugada de marketing perfecta?”
Cierro la tablet con un golpe seco.
Estamos en la sala de ingeniería. Pantallas encendidas. Mapas de calor del monoplaza. Gráficas de desgaste de neumáticos. Pero lo que más se siente es lo que nadie dice.
Las miradas. Las sonrisas que se cruzan a media voz. Los “qué buena pareja hacen” disfrazados de cortesía.
Francesco llega con la sudadera del equipo arrugada, el pelo aún húmedo y esa maldita forma de caminar como si no le pesara el mundo encima. Pero lo hace. Sé que lo hace.
Y sé lo que piensa cuando me mira, aunque no me toque.
No puede.