24. NO NOS RENDIMOS
[FRANCESCO]
Al día siguiente: 15 de octubre – Día de la carrera
El sol ya está alto cuando salgo del hotel, pero la ciudad todavía tiene ese brillo sucio del amanecer: como si no hubiera dormido del todo. Yo tampoco. Dormir se sintió como un lujo del que no podía permitirme abusar. No después de anoche.
No hablamos más después de esa última frase. Nos abrazamos, dormimos —o intentamos— espalda contra espalda. Cerca, pero no lo suficiente. Como si hubiéramos construido una línea invisible entre lo que sentimos y lo que podemos mostrar.
Cuando llego al paddock, todo sigue su curso. Mecánicos moviéndose como hormigas, ingenieros con tablets bajo el brazo, cámaras apuntando hacia donde haya una pizca de historia. Y yo, caminando entre ellos, como si no me estuviera desmoronando por dentro.
Sé que ella ya está en el garaje. Lo sé sin necesidad de verla. Es como si pudiera sentirla entre las paredes del circuito. Su presencia siempre me ordena. Me calma.
Pero hoy, ni siquiera ella puede sac