15. INEVITABLE
[SOFÍA]
Nos sentamos en el suelo del balcón, espalda contra la pared de cristal, las piernas apenas rozándose. Francesco abre la cerveza, me ofrece primero. Bebo un sorbo, amargo y frío. Él sonríe apenas, como si cada gesto mío fuera algo que quiere memorizar.
—¿Te acuerdas de Spa? —pregunta de pronto, mirando al cielo.
—¿Cómo olvidarlo? Se te rompió el alerón y casi le gritas al jefe de equipo en italiano frente a toda la prensa.
Él ríe, una carcajada baja, sincera.
—No, no eso. Me refiero a cuando nos quedamos encerrados en el box por la tormenta. Estuvimos ahí horas, solo hablando.
—Sobre teorías aerodinámicas y nuestras listas de canciones favoritas —añado, con una sonrisa.
—Y sobre qué haríamos si todo esto se acabara mañana —dice, bajando la voz.
Lo miro. Él no me está mirando a mí, sino al cielo, como si buscara respuestas en el espacio entre las estrellas.
—Dijiste que abrirías un taller en el norte de Italia —recuerdo.
—Y tú dijiste que diseñarías motores para motos eléctrica