142. NUESTRO
[SOFÍA]
Al dia siguiente: 15 de febrero
Despertar aquí se siente distinto.
El sol entra por las ventanas como un hilo dorado que se estira hasta la cama, acariciando la alfombra, trepando por las sábanas, iluminando cada rincón del dormitorio como si el amanecer hubiera decidido detenerse especialmente para nosotros.
El mar golpea suave contra la costa, ese sonido rítmico que se mezcla con el murmullo de la ciudad despertando. Y el silencio del departamento… no es vacío. No es frío. Es un silencio vivo, lleno de respiraciones que amo.
Sofía está a mi lado, enredada en las sábanas como si la noche la hubiese envuelto en un abrazo. Su cabello cae sobre la almohada en ondas desordenadas, y su mano está apoyada sobre mi pecho, exactamente sobre mi corazón, como si necesitara sentir cada latido para creer que estoy aquí.
Yo tampoco podría irme aunque quisiera.
La observo unos segundos, con esa quietud que no se puede comprar ni pedir, solo agradecer. Esa belleza tranquila que no tiene maqu